jueves, 26 de febrero de 2015

Los museos y la demagogia


La demagogia es una estrategia para alcanzar el poder y carga, desde la mismísima Grecia clásica, con una buena dosis de elitismo al considerar inapropiado el poder del populacho. Hoy hace irrupción el populismo, término que pasó de ser reverenciado hasta hoy vituperado; no por mucho la derecha europea se denomina Popular.

Los Museos tienen su raíz y origen en el elitismo, por más que quieran disfrazar de musas a las pobres empleadas del poder. Leído en clave “popular” son la materialización del coleccionismo y el germen de la apropiación indebida. Por tanto subyace, sin ambages hasta el presente, un origen espurio que se ha teñido de magnificencia con el correr de los años y objeto de deseo de nuevas ofertas para el poder económico.

Me parece tan demagógico hacer un concierto de música etno en una sala destinada a la observación de pintura clásica como cerrar el museo y sacar las obras a la calle y dar una conferencia pública.

La demagogia y el populismo sustentan su razón en la estrategia para alcanzar el poder y los museos también son un campo de batalla donde dirimir políticas y rentabilidad social y económica.

¿Qué hacer con los museos? Probablemente lo mismo que con los centros de interpretación, que siguen intentando ser un remedo de un museo a otra escala y con otros medios: dotarlos de servicios al visitante y discriminar qué se puede y no se puede hacer para el ámbito que la política cultural haya definido para dicho museo y restringir la autarquía para acometer un fin social estructurado.

Usemos este ejemplo: en Europa hay una moneda única y cientos de miles de impuestos, leyes, presupuestos nacionales, impuestos, coeficientes de rentabilidad, aranceles aduaneros, negociaciones ilegítimas para evadir impuestos, etc etc. Si quieres una comunidad económica debes regir a todo el sistema con las mismas reglas, no puede haber trenes de dos o más velocidades.

Si partes de considerar la moneda de los museos como la cultura, una y diversa, debes tener un sistema que organice a todos aquellos equipamientos, organismos y asociaciones para un fin común que ya no es la democratización de la cultura sino el fomento de una cultura democrática. En este planteo, los Museos son como los bancos nacionales de los países, reguladores y autárquicos, y que muchas veces compiten y se pasan por el forro las necesidades de los pequeños museos, en un símil con las cajas de ahorro locales donde siempre abrevaron para su liquidez las personas más humildes y trabajadoras.

Un museo demagógico es aquel que utiliza todo su presupuesto en mercadotecnia para estar en el candelero y apela a la sinrazón para conseguir visitantes, número mágico que le permitirá seguir perteneciendo a la élite de las instituciones “culturales” rentables.

Un museo populista es aquel que sabe diferenciar las necesidades que tienen los ciudadanos para quienes está al servicio, dentro de la gestión del patrimonio que posee (materialmente y el que se relaciona con su tema en el territorio que se le asigna nacional, atutonómico, provincial, local, barrial) y las del poder que lo cobija, digamos su Gobierno Nacional, su autonomía, su diputación o el consorcio o fundación que lo sostiene.

En esa doble tensión entre poderes (y de allí la utilización del término populista, que es saber reconocer el poder de la ciudadanía) transitan las posibilidades de una buena y razonable gestión patrimonial de las colecciones y del patrimonio de su territorio 1.

1. Declaro que no comprendo la existencia de un Museo como un equipamiento abocado exclusivamente a su colección y que orgánicamente debe existir un territorio cuyas delimitaciones son acordes con la esencia de sus colecciones, del cual debe investigar, conservar y difundir y quien sería responsable de dicha parcela patrimonial, en coordinación con otras instancias de la administración de cultura que superpongan competencias.

Una vez aclarado a quien sirven y de quien se sirven, la tarea es incruenta, relacionar la colección con el territorio y devolver y completar dicha colección, ya sea materialmente o a través de relaciones de todo tipo con los mismos referentes patrimoniales dispersos y lograr que tu comunidad lo comprenda y disfrute.

Una forma de “dinamizar” el museo sin invertir en museografía ad hoc (nuevas tecnologías, botones, tactilidades, superficies pulidas, luminarias escénicas, etc) es revisitar lo que ya tienes, retirar obras de salas y generar una experiencia diferente, incluso así estaría de acuerdo con la música, el teatro, la pintura o lo que “el recuerdo” de la colección oculta necesite. Se me ocurren cientos de actividades de muchísimo impacto social y bajo coste para poner un museo en el lugar que debe estar.

En otra línea, sacaría a los directores de museos a la calle. A recorrer su territorio, a entrevistarse como un comercial con los potenciales financiadores, con sus jefes de la superestructura, con los medios de comunicación, con las asociaciones civiles de ciudadanos de todo tipo. Para que tomen aire y miren la realidad desde otra perspectiva. Haría un consejo patrimonial de Directores de museos por territorios para que trabajen coordinada y mancomunadamente.

Solicitaría a todas las asociaciones, colegios y agrupaciones de profesionales que sean partícipes de mi gestión de todas las formas creativas posibles. Y democratizaría (yo popularizaría) la Asociación de Amigos de mi Mueso para quitar muchas telarañas en caso de haberlas…

No vivamos crisis que no nos pertenecen. Hay vitalidad en el museo en la medida en que la hay en la sociedad. Hay desidia en el museo en la medida en que las administraciones vegetan aludiendo a los recortes y la crisis. Los museos necesitan que sus responsables conviertan a los ciudadanos en sus custodios y no en visitantes dinamizados, también se puede movilizar a la ciudadanía en contra de los abusos del poder económico desde la cultura y en particular desde los museos. No queremos Museo elitistas, poderosos, que se rigen con las leyes del mercado, queremos museos populistas, comprometidos con la educación, la libertad y la igualdad de oportunidades culturales.

Marcelo Martín

viernes, 20 de diciembre de 2013

Apuntes subjetivos para una época de crisis

Un grupo de amigos se afanan por fundar una nueva cofradía cuya originalidad consiste en ubicarse a medio camino entre lo sagrado y lo profano: “Pontificia, Real e Ilustre Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Emprendimiento” con sede en La Cartuja, entre el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico y el Centro de Arte Contemporáneo, núcleo cultural y significativo si los hay.

Son todos ellos universitarios, preferentemente de las Humanidades; autónomos alternativos, no por su actividad sino por su particularidad de darse alternativamente de alta y de baja de la Seguridad Social; emprendedores, término que tiene la tendencia de alcanzar un estado mítico dentro de la gestión cultural y del patrimonio; jóvenes de edades que superan la óptima para independizarse de los padres y por debajo de la necesaria para tirar la toalla. Son gente digna, bien educados, bien formados, con un exceso de voluntarismo y cierta pasión que los delata a la hora de conseguir un empleo bien remunerado. Por supuesto están en el paro, sea con registro efectivo o no en el INEM.

Todos ellos llegaron a la conclusión que el Emprendimiento es una acción cuasi religiosa y de ahí que su estudio de marketing cultural, para resignificarse en el sector de las industrias culturales, los condujera a tomar la decisión de fundar una empresa que, sin esperanzas de obtener excesivos rendimientos económicos, tuviera una clara inserción en el sector patrimonial y cultural de esta ciudad: una Hermandad, y este caso de Penitencia. (Todos ellos cargan con la cruz que les entregaran junto con su título universitario y que son incapaces de abandonar en un rincón de la ciudad, porque toda ella les recuerda que están íntimamente ligados a las artes y costumbres populares que los rodea desde muy pequeños).

Entre sus fines y con período indefinido, esta Hermandad y Cofradía, en Adelante la Hermandad, se constituye como asociación pública de fieles a la Cultura, y como Sacramental y Cofradía de Nazarenos que tiene como fin primordial el culto público al Emprendimiento, especialmente dirigido hacia el Patrimonio y la difusión en general.

Pueden ser hermanos todos los licenciados, incluyendo catecúmenos, masterizados y sobre todo doctores que, presentados por un hermano y no estar impedidos por el derecho, se comprometan mediante juramento ante la ley del Patrimonio Histórico Andaluz y las reglas del Ilustre y muy Ambicioso Colegio de Emprendedores, Gestores y Difusores Culturales (CEGDC), al cumplimiento de las reglas; a la presentación al menos una vez al año a concurso público de actividades patrimoniales y culturales; a estar inscriptos en un Colegio Profesional; estar al tanto en el pago a la Hacienda Pública y carecer de antecedentes en las listas del pesebrismo de la Junta de Andalucía.


Esto, que puede sonar irreverente, es una de las muchas formas en que los profesionales dedicados al patrimonio cultural y natural podemos tomarnos en serio la actual situación por la que transitamos.

Hace sólo veinte años, cuando muchos de los que hoy intentan un acercamiento al mundo laboral en este sector estaban en el parvulario, la depresión post expo 92 nos sumió en el oscurantismo profesional y hubo que movilizar mucho para que la administración se sacudiera el sopor y tomara consciencia de la importancia que el sector cultural en general y el patrimonial en particular, iban a protagonizar en las dos décadas siguientes.

Sólo una pequeña minoría sabía qué era un centro de interpretación; la frase clave era “patrimonio como factor de desarrollo” sin especificar qué patrimonio y mucho menos qué desarrollo. No había interpretación del patrimonio, ni se hablaba de dinamizar. No había desembarcado aún la formación que incorporara conceptos de producto patrimonial ni muchísimo menos industrias culturales, término afianzado por los franceses que no tuvo toda la repercusión que luego alcanzaría. Y sin embargo no éramos unos paletos culturales, buscábamos bibliografía, en francés y en inglés, ya que los italianos, académicos ellos, no ingresarían tampoco a toda esta modernidad lingüística y Memorabilia, la Carta de Riesgo y la conservación preventiva, eran sus máximos protagonistas.

Alguien puede trazar un paralelo con la pregunta que todos nos podemos hacer hoy: ¿Cómo podíamos vivir sin internet, sin teléfonos móviles inteligentes, sin correo electrónico? Pues cómo podrían vivir sin interpretación, sin dinamización o interacción con el patrimonio… Pues así fue… y aunque políticos avispados supieron incorporar a su lenguaje términos de moda, llevamos muchos años intentando que, además, sepan qué es y como se aplica en la gestión sostenible de nuestro patrimonio.

España ha inmortalizado el vivir por encima de nuestras posibilidades, bueno eso dicen ciertos sectores. Porque el Patrimonio, bendita herencia material e inmaterial de nuestra cultura en el pasado, sigue viviendo muy por debajo de las posibilidades, aunque sea rodeado de una terminología que sería la envidia de los semióticos y hermeneutas de los 70.

Cuando afirmo que está por debajo de las posibilidades no me refiero a su restauración o revaloración, y sí a lo que debería haber sido la puesta en valor o simplemente, para ser coherentes con ese pasado carente de terminologías ad hoc, una digna expresión de su materialidad y de su mensaje como testimonio del pasado. Hemos invertido mucho como sociedad en rescatar edificios de la inopia, conjuntos de la barbarie y del olvido y objetos artísticos de todo tipo de la telaraña de museos sin climas ni luces apropiadas. Hay mucho realizado en este terreno. También se ha logrado un potente cambio en la percepción social del patrimonio. Hoy no resulta curioso un romano en Itálica y nadie diría que es un cofrade de la Macarena despistado; nadie se asombra por una visita teatralizada en cualquier sitio histórico o natural; ninguna madre cree que no haya una visita para niños organizada y atrayente para sus hijos en un fin de semana. Hasta mi tía sabe que existen centros de interpretación, aunque ella se empeñe en llamarlos museos. Todos somos capaces de reclamar un guía con formación y apropiada comunicación de lo que estamos visitando. Sabemos usar un smartphone con códigos QR y utilizar un monitor interactivo en un equipamiento cultural.

Estamos a la altura de nuestras posibilidades. Sin embargo nunca el personal formado para la gestión patrimonial, y muy bien formado, viajado y alimentado, estuvo tan mal. Sí ya sé, es la crisis. Pero a mi edad creo que no es por la crisis sino a favor de la crisis, o mejor dicho de la privatización de la vida pública en aras de mejorar y ampliar al máximo los límites de un mercado potencialmente rentable.

¿Cómo puede ser que a mayor formación, con menor edad promedio, superior nivel de información, uso de idiomas y masters y posgrados a diestra y siniestra, nuestros profesionales de la gestión patrimonial y cultural tenga tan pocas posibilidades? ¿Qué sucede aquí para que, una vez alcanzado el dichoso nivel profesional que señalábamos como la principal carencia para ser un país europeo con patrimonio social y económicamente rentable, eso no sea posible?

Hay tres factores que fallaron: los políticos que decidieron entender lo que les convenía sobre intervenir en el sector cultural y patrimonial; la relajación de las exigencias de calidad para con el patrimonio por parte de los profesionales que tuvimos la suerte de producir equipamientos y acciones; la embriaguez generalizada que el disfrute sensorial produjo sobre otro tipo de disfrute más racional e inteligente.

Por supuesto que esta generalización no es una forma de diluir responsabilidades, sabemos que políticos y profesionales no podemos sentirnos igual de inocentes o culpables que nuestra sociedad como visitantes y usuarios de nuestro trabajo.

Es justamente sobre el reconocimiento de nuestro papel en la gestión del patrimonio lo que me lleva a reflexionar sobre el actual estado de nuestra profesión.

Vivir en tiempos revueltos implica mucho más que una buena formación y el dominio de idiomas, si no se quiere ir uno de su tierra. La dureza de las situaciones que inducen a depresiones, mirar para otro lado, abandonar la senda para transitar a pie por la peligrosa autovía de la globalización nos necesita armados de herramientas de carácter ideológico, que no político, respecto de lo que se debe hacer, de lo que podemos hacer y de lo que nos dejan hacer. He aquí la trilogía de la cuestión.

Decía que la percepción social del patrimonio y las vías de acceso que tiene hoy la sociedad en su conjunto ha mejorado mucho. No tengo dudas, sólo matices. Pero debo llamar la atención sobre la calidad de las experiencias que generan esa percepción, de los objetivos extra patrimoniales que se esconden detrás de ejemplificadoras actividades y, finalmente, de los nunca evaluados niveles de satisfacción de esa percepción por parte de los gestores (y agregaría del propio patrimonio si pudiera hablar).

Hace tiempo escribí esto: “en asociación a estas ideas tienen lugar otras vicisitudes de carácter programático como la consideración de la comercialización del patrimonio, el marketing cultural, etc. Comienza a suceder que también nuestros países encargan su patrimonio a gestores empresariales que introducen los conceptos de la mercadotecnia al patrimonio. Aunque para muchos políticos y administradores de la cultura esto puede parecerles acientífico, y a veces hasta vulgar, sin embargo recomiendan a sus gestores culturales que aprendan de ellos, alegando que se corre el riesgo de “perder audiencia”. La gestión del patrimonio cuenta de este modo con el respaldo de profesionales de comercialización, financiación y estudios sobre preferencia de los visitantes, lo cual de por sí, no nos resulta totalmente inadecuado, en tanto y en cuanto no abandonemos nuestro patrimonio en manos de una concepción generalista, abonada de todas las técnicas del mercado que sean necesarias sino, por el contrario, aboquémonos a una plena concepción humanista de nuestro patrimonio, aún a riesgo de no parecer progresistas o “vernos de lleno lanzados a la bancarrota”.

“El proyecto de la aplicación de la gestión empresarial al patrimonio, con todas sus vertientes positivas, comienza a desembarcar acríticamente en estas latitudes. La necesidad de la puesta al día del debate patrimonial desde todas sus perspectivas: investigación, documentación, intervención y difusión no puede dejar de lado esta problemática. Cuando el mercado se coloca por encima de las necesidades, la cultura, entendida como parte de ese mercado, hace inútiles todas aquellas empresas que no sean eficaces; así sucede que la investigación histórica pierde valor frente a una historia como supermercado de imágenes; las restauraciones cobran interés en la medida del marketing cultural y los centímetros de prensa que generan; la documentación sólo importa cuando se digitaliza y puede convertirse en productos interactivos de distribución masiva, y las disciplinas como la museología y las técnicas expositivas ingresan definitivamente en el campo de la comunicación”.

“Lo que da en llamarse el pensamiento único o el proceso de globalización sitúa en primer plano un predominio absoluto de la mercantilización de todo aquello que puede ser mercancía como un modo imperativo y que muchas veces queda encubierto por el concepto de eficacia (donde quizá fuera más apropiado la eficiencia o lo apropiado). Pero sobre todo ha surgido como consecuencia de esa transición paulatina de un modelo de gestión del patrimonio guiado por el imperativo conservacionista, a otro orientado por criterios de rentabilización, proceso que, en definitiva, creemos que se debe situar en la estela de uno más amplio (en el que estamos inmersos y por ello aún no se vislumbran con claridad sus límites y rasgos) de transición de un modelo de Estado moderno centrado en la administración de personas a un Estado postindustrial centrado en la administración de recursos y servicios” ("@" MARTÍN, 1998).

Cuando sostengo que hoy es tan importante estar armado de ideas y principios como de conocimientos y experiencia no creo estar muy errado (que no herrado). Pongamos por caso nuevas ideas en el campo de los guías de patrimonio.

Los greeters o anfitriones son voluntarios que dan la bienvenida a los turistas en su ciudad o región, y muestran de forma gratuita una visión de la ciudad como lo harían con los amigos o la familia. Es una forma de turismo social; los residentes participan en las actividades de los turistas, y los turistas tienen la oportunidad de obtener una experiencia más cercana de la vida cotidiana del lugar visitado. "Los greeters no hacemos tours! Compartimos experiencias personales."

Si pudiéramos establecer una amplia polémica seguramente, como todo en la vida, habría al menos tres posiciones básicas, la primera, que considero la más corriente en vista de la tradición elitista de casi todo lo referente al patrimonio histórico artístico (reforzado con la vieja nomenclatura), que nos situaría en el campo del intrusismo, de la falta de conocimientos y de la “calidad” de la visita. Un segundo grupo que considera que “todo es patrimonio” que hay que acabar con los relatos estáticos y dirigistas de nuestra memoria y que los ciudadanos tienen el derecho inalienable, por ser los depositarios del legado cultural, de participar en la gestión y difusión de su patrimonio. En medio un grupo entre progresista y despreocupado que ve tantas contras como aciertos al tema y que, en aras de una mejor convivencia y comprensión de ciertos colectivos, mira hacia otro lado o practica el laissez faire.

Paralelamente este ejemplo sirve para ver qué tipo de amoblamiento interno tenemos a la hora de pensar y atraer nuevas perspectivas de acción/reacción entre el Patrimonio y la sociedad que lo sustenta.

¿Se trata de una competencia desleal o de una injerencia de la administración en la gestión local del turismo de cercanías? He aquí dos polos de discusión, aunque probablemente ninguna de estas tenga que ver con toda la realidad. La causa de que las administraciones locales estén aplicando estrategias que surgen en las grandes ciudades europeas y americanas de forma espontánea y sin articulación institucional en torno a buscarse la vida, ya sea ofreciendo alojamiento, comida, conocimiento o espalda de carga para llevar y traer (sherpas urbanos), está relacionado con la nula capacidad que el sistema económico les deja para generar empleo efectivo y de calidad para ofrecer como servicio. Se quiere reconvertir la falta de empoderamiento ciudadano, la incapacidad para controlar los flujos de trabajadores sin trabajo y las nuevas demandas de ciudadanos en tránsito o de visita con “creatividad” y “apertura a soluciones alternativas” que en el fondo no tienen sustento ideológico ni respaldo social, sino oportunismo.

A nuevos problemas nuevas soluciones, eso requiere de valentía en el análisis de la situación y no soslayar la vinculación con todos los intentos de asalto al poder ciudadano, simplificando el tema como señalar culpables a otras víctimas del sistema. “Esto del voluntariado..., sin ir más lejos los abueletes voluntarios que se aprenden un discurso y ya ejercen de guías... Yo no digo que no sean útiles tras la jubilación, pero sí es cierto que es un puesto que podría ocupar un guía profesional”.

Tampoco se cuestiona, habitualmente, lo que cada día se hace más necesario: el estado de la cuestión. ¿Creemos de verdad que el suelo que pisamos es el mismo que hace, digamos, cinco años, antes de Lehman Brothers, o las subprime? ¿Pensamos a la misma velocidad que los acontecimientos, o seguimos deliciosamente estructurados en las preocupaciones del intrusismo laboral, las competencias profesionales, los códigos deontológicos, los planes de calidad, las certificaciones quién es o no es en la gestión del patrimonio?, cuando la inestabilidad laboral de un número más que importante de profesionales abocado a la gestión del patrimonio nos desempeñamos como greeters administrativos o sherpas becarios… ¿valemos por lo que sabemos o seguimos aferrados al título?

En Silicon Valey no existe el intrusismo sino gente con capacidad creativa y confianza en sus ideas. Una tablet bien explotada es casi más importante que un máster de mala calidad aunque sea “oficial”. Y agrego yo, y un diseño de interiores mental que permita saber quiénes somos, qué podemos hacer y quiénes están del otro lado del mostrador.

Transcribo un párrafo de un mail de una amiga, en torno a esta cuestión: “como educadora ambiental me revelo ante los equipamientos de educación ambiental que no contratan a educadores profesionales. Sin embargo, la experiencia me ha hecho repensar si esta idea es una verdad absoluta. En una aldea del interior de Galicia, asolada por el éxodo rural, hay un equipamiento en el que, como voluntarios, "prestan sus servicios" las abuelas y abuelos de la aldea. Así dicho es aberrante, pero cuando uno se involucra en la experiencia y descubre que no existen jóvenes, y mucho menos, jóvenes formados en ese entorno; que sólo viven personas muy mayores, que van enfermando por soledad y abandono, y que los promotores tenían como objetivo claro la puesta en valor de la cultura y los valores de esa comarca, recuperando el "alma" del lugar a través de sus pobladores... A lo que se suma que una de las fórmulas que encontraron fue ofrecer a las personas mayores una actividad y un compromiso; que incluía dar a conocer sus saberes y formas de hacer (lo que les obliga a seguir reinventando la tradición y a tener contacto con pequeños y jóvenes, es decir, con esa población que ya no existe en su aldea). Cuando un profesional como nosotros “comprende” el contexto social y material, “entiende” que los responsables optaran por renunciar a contratar a una persona "experta" en educación ambiental, muy probablemente desconocedora de ese mundo y contexto, y apostaron por recuperar y no dejar morir las tradiciones, giros lingüísticos, cantos, bailes... dándole protagonismo a los pobladores que, como voluntarios reciben una "pequeñísima" remuneración importantísima en sus frágiles economías de jubilados agrarios... y que han vuelto a ocupar las casas, las calles, los oficios... Cuando lo vi y lo viví como protagonista, pensé que siempre existe una idea nueva como excepción a la norma”.

Creo que más que crisis lo que nos afecta es el estilo “miseria”. Greeters, sherpas, micropagos… todo es micro empezando por los sueldos.

El emprendimiento, la biografía digital, el marketing personal, la explotación de una creatividad superficial, los networking, los team building, etc. etc., han llegado para quedarse y ocupar el lugar que antes ocupaba la discusión y el debate por el valor y potencial del patrimonio natural y cultural como motor de desarrollo local y fuente de identidad para los ciudadanos. ¿Sigue vigente esta obviedad? Ya sé que resulto exagerado, si no lo fuera no tendría oportunidad de que me leas. Pero reflexionemos sobre la gran cantidad de subtemas y preocupaciones que vinieron a competir con los problemas esenciales de la comunicación estratégica de nuestro patrimonio a la sociedad. Cuántos cursos de interpretación, museografía didáctica, educación ambiental se dejan de emitir para darle lugar a la dinámica de grupos, la mercadotecnia o como venderle un paseo guiado a esos guiris…

La pauperización general de la sociedad, que ya ha llegado con creces a la clase media que suele mirar, como yo, master chef, el intermedio y al Eisntein catalán que divulga lo científico en la 2, nos impele a utilizar mucho más tiempo en ver de dónde nos llega el recorte, de dónde vamos a sacar los recursos para llegar a fin de mes y de dónde conseguiré al menos un empleo que me permita pagar el alquiler.
¿Es éste el clima adecuado para la puesta en valor y comunicación e interpretación del patrimonio? Alguien me dirá que sí, que es una gran oportunidad, que el sector privado se dé a conocer como emprendedor y generador de nuevas ideas. Soy escéptico, vengo de otro lado, una sociedad acostumbrada al subsidio necesita muchos años para pasar al modelo privatizado y productivo sin caer en la superficialidad creativa, la importación acrítica de ideas o la producción de la “calidad posible para ser rentable”, en un mercado altamente competitivo.

Y no estoy hablando de un grupo interesante de jóvenes que han desarrollado dignamente una idea y la ejecutan con calidad. No, esa es una minoría, me refiero a ese 65% de universitarios que, encuestados, dicen aspirar a un cargo público como máxima aspiración profesional/económica.

Habrá que sacudirse el polvo que se acumula en los intersticios cerebrales, habrá que repensar un mundo donde el capital ha soslayado inclus, su capacidad de mostrarse humanizado, donde la política depende de los intereses personales que a su vez sirven a intereses aún peores. Repensarlo desde la búsqueda de mantener una buena relación entre el Patrimonio y la Sociedad, que le permita a esa sociedad entenderse, entender qué le pasa y aprehender un pasado para que no se repita; nuestro trabajo se dignifica y nos permite decir “we can” no como slogan sino como una frase potente. Complementemos la alfombra y el sahumerio de la meditación, el Prozac de la depresión, la capucha para la manifestación con el trabajo consciente de que seguimos siendo importantes, claves en un determinado sector de la sociedad y recordando que el Patrimonio, dentro de lo que cabe, no ha sido campo de especulación y corrupción tan destacado como otros territorios de nuestra realidad, en la medida que no logra llegar a ocupar ese lugar que nosotros soñamos.

A ver si empezamos a reivindicar que haya trabajo y veremos cómo se acaban los “intrusismos” los microsueldos, y dejamos la microvida para volver a ser personas completas.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Palabreo

Tengo un amigo que quiere ser escritor. A mí no me gusta lo que escribe ni cómo lo escribe. Siempre le sobran palabras. Pensando en él y en su último envío me dije que en esta ciudad hay un exceso de palabras, en general. Así, mirando grueso y sin enfocar demasiado. Como paradoja del andaluz, un idioma que tiende a apocoparse cada vez más y que, una vez escuché en la radio, será el castellano del futuro. Las palabras son tan abundantes como abrumadoras. La señora que está delante de mí en la cola del trámite, es la quinta vez que le relata al oficiante administrativo su problema, que es tan sencillo como que se olvidó de pagar y ha recibido una multa. Una y otra vez aclara que ella está siempre atenta, que no sabe cómo pudo ocurrir, que su hija, la embarazada, pasa por su casa habitualmente y tampoco se puede hacer a la idea. Puede que haya una sexta y hasta una novena, como las misas, en la que una y otra vez el mismo discurso se bifurque en cien direcciones. Las mismas que su mirada, que va de uno en uno de quienes le rodean para ver si al menos junta voluntades solidarias. El señor que viene a arreglarte un chisme que dejó de funcionar, que ya no tiene garantía y que, posiblemente, te vaya a aplicar un correctivo económico que te haga dudar sobre haberlo tirado y comprar uno nuevo. Se interroga sobre lo mal que está el servicio en general, en que ahora los repuestos, seguramente hechos en China, son malísimos, que usted no es de aquí, ¿no? Y allí se desata el ciclón, la verborragia que lo lleva de los chinos a los americanos, de Gardel a Messi, del gobierno a la madre que lo trajo. Cincuenta euritos de nada y un torrente de palabras dispersas en la cocina que son imposibles de barrer sin que se vuelen. Otro sí, digo: las palabras ante la desgracia. Un corrillo de amigos compungidos, de familiares destrozados, de compañeros de oficina contritos de dolor; un caldo de cultivo de vocablos en el que bulle todo el catecismo, el flamenquismo y la indignación irracional, condimentado por el entorno mediato que va de un pasillo de hospital, con el consiguiente atasco humano; la sala del nuevo velatorio, amplia aséptica y espaciosa; o el bar de abajo donde el desayuno interrumpe todo acto laboral pero nunca social. La desgracia convoca ángeles y demonios de toda laya. Los entrevera los re produce los combina y el espectáculo, el sonido, la jerga, las lágrimas y los abrazos hacen un todo escénico. Las palabras pesadas, infinitas, atragantadas, lloradas y silenciadas son como las llamas de un incendio, agitadas por el viento o menguadas por la lluvia. La prensa escrita de toda la vida. ¡Ah! Ejercicio de estilismo y lírica irracional donde las haya. Miles de caracteres para ensalzar un paso de Semana Santa; trenes de alta velocidad de palabras para defenestrar a un opositor de la prosapia y universalidad ciudadana; hojarasca de ironía, gracejo y mala leche para desnudar las intimidades de un personajillo local; y así siguiendo. En este caso se unen la abundancia con la ranciedad. Las palabras tiene moho, huelen a humedad, a encierro. Salen vestidas con ropa anticuada como marqueses en decadencia pero con la dignidad y el orgullo de quien aún siente que tiene el poder. El cuarto poder, el de la prensa escrita, flor y nata de la burguesía urbana, con capelina y clavel en el ojal. En esta ciudad las palabras conforman una malla densa y elegante, amén de irónica y graciosa que oculta el drama de la inacción y el pendular de la ausencia de ideología. Retablo barroco lleno de filigranas que atrapan los sentidos para no poder ir más allá de lo que tu interlocutor te permite. Salvo que tengas claves, entonces una afirmación es claramente lo contrario y quedamos para una cervecita es una despedida final. Fotos: Ale, mujer http://alevosamirada.blogspot.com.es/2013/07/el-jueves-sevilla.html

Las chicas de la Facultad

Las generalizaciones son, para nuestras historias, lo que un barniz final es para la capa pictórica de un cuadro. Si miramos el cuadro color a color perdemos de vista el conjunto, vemos manchas, pequeñas historias que de tan reales y cercanas nos atrapan y nos hacen perder la sensación de abarcar el total. Aún a riesgo de homoge-neizar tanto los matices llegamos a percibir una imagen irreal, pero que es la que verdaderamente nos interesa desde el punto de vista narrativo. Hablar de las chicas de la Facultad es una de esas generalizaciones. De todas ellas en su conjunto, del turno mañana y de la noche, una verdadera aberración sociológica pero un divertimento para nuestros recuerdos estudiantiles. Mientras las estudiantes de abogacía iban a la Facultad para conseguir marido, las de psicología para conse-guir un trabajo práctico y las de ingeniería para conseguir algo; las chicas de la Facultad iban sobre todo a mostrarse, a disfrutar una eterna y magnífica exhibición de si mismas. Si existe en el exterior del país un prototipo de argentino con fama de egocéntrico y exhibicionista quizá las chicas de la Facultad sean las más argentinas de las argentinas. En mi época las muchachas se clasificaban en muy buenas, buenas, regulares y estudiantes de ingeniería. Las chicas de la Facultad ocupaban los más altos lugares en la permanente categorización de sus bondades que los argentinos hacen de las argentinas (y de todas las chicas del mundo). En realidad mis verdaderos recuerdos de las chicas de la Facultad arrancan el año en que tuve que cursar al-gunas materias por la mañana. Hasta ese momento lo había hecho por la noche, después de agotadoras horas de trabajo en una oficina y, para ser franco, la sexualidad era para mi una materia ignota que no figuraba en la currícula universitaria; pertenecía al mundo de mi oficina y los amigos de los fines de semana. Las chicas de la Facultad, hasta ese momento, eran compañeras asexuadas que no despertaban en mi el más mínimo interés. Como iba diciendo, un año, un aciago año, tuve que cursar por la mañana. Temprano en el autobús, uno arribaba a la Facultad con muy pocos compañeros, la mayoría hombres, un poco dormidos, y mis recuerdos invernales suman el dato de muertos de frío. Si comparaba con mis experiencias de transporte nocturno se podría decir que a la mañana no iba nadie a la Facultad. Craso error, la Facu estaba llena; la mayoría llegaba en el coche de papá. Entre otras intenté cursar Historia II, con Iglesias, todo vestido de negro como un cantautor catalán, juvenil, hiperintelectual, las sienes canas y ese aire de porteño nostálgico que luego haría famoso con su inseparable Mario, dúo que inmortalizaría de una vez por todas a los enanitos de cemento de los jardines suburbanos. No había chicas en el curso, era una especie de muestrario de Porches, Ferraris Testarossa, BMW y demás iconografía hiperrealista asociada a la máquina; eran máquinas infernales. Se vestían de forma que uno siempre se preguntaba qué se pondrían en caso de tener que ir a una fiesta. En invierno había más zorros patagónicos que en el propio sur argentino, en verano jeans ajustados y remeritas pegadas al cuerpo que no llegaban a la cintura. Siempre delicadamente despeinadas, echándose el pelo hacia atrás con la mano derecha, una y otra vez, dejando que dulcemente el pelo volviera a taparles parcialmente una carita de ángel, muy maquillada, que te dejaba sin habla. Tengamos en cuenta que yo, por entonces, era un chico de barrio, egresado de un colegio interno, que había batallado poco en la calle y casi nada con chicas de más allá de mi barrio. En ese entonces Belgrano era tan lejano como Nueva York, y seguramente de allí y todavía más al Norte, procedían muchas de las que entonces fueron, por muy poco tiempo, mis compañeritas de la Facultad. No me aceptaban en ningún grupo, estaba más solo que el obelisco. Me metí en uno, todas chicas, en un descuido y presumiendo que trabajaba en una revista de arquitectura (mentira todavía, porque ese sueño se cumpliría dos años después). No me dieron el número de teléfono ni por broma (yo a todas, por supuesto), soportaba estoicamente no entender nada de lo que decían, jamás hablaron de historia y seguramente casi nada de arquitectura, viste? Fue un verdadero calvario, estaba rodeado, probablemente, del grupo más hermoso de descerebradas que pudiesen reunirse en la Facultad. Muchachas hermosas, sin un dedo de frente, que tenían asegurado el futuro en empresas o ateliers de decoración o, simplemente, en opulentos hogares argentinos de clase media alta que ellas mismas se encargarían de fundar. Abandoné las dos o tres materias que intenté cursar por la mañana. Perdí casi un año (porque era todavía época de “boludo” que no “robaba” una materia ni por broma). No pude lograr la más mínima señal de com-pañerismo, era demasiado tonto y, porque no, un poco resentido políticamente hablando (quizá estos recuer-dos sigan siendo así). Así que me largué sin más, alegando que esa Facultad no era para mí. Viendo las tablas de surf en los techos de portentosos autos que les esperaban para dirigirse al Norte, enfilaba nuevamente al sur en mi querido 33, vacío de empulpaditas y machonas compañeras nocturnas, que sin duda revalorizaron sus acciones frente a mi estúpida e inútil experiencia mañanera en la Facultad.

Despropósito

Si, es un despropósito, pero alguien debía hacerse cargo. Dentro de las fuerzas de represión en la sombra, no existe ninguna que, en realidad, haga algún tipo de justicia que se parezca a la justicia que la gente considera justa. Matan con placer a víctimas cuya fechoría tiene relación, casi siempre, con hacer justicia de aquella, la de la gente corriente. Pero nunca a uno de los otros. ¿Qué otros, se preguntará? Los otros, los que sí hacen difícil la vida, los que arruinan toda capacidad de felicidad, pero que se diferencian fácilmente de los Otros, con mayúsculas, porque lo hacen gratis, sin cobrar. O por un sueldo de hambre que sólo sirve para fomentar aún más su resentimiento. La misión, mi particular cruzada era, y es, acabar con esos miserables otros. Pero sólo a los que se encargan de forma directa de la gestión del patrimonio cultural. Oiga, no se ría hombre, esto es más serio de lo que usted cree. Es verdad que no es nada corriente que un tipo como yo, que para la mayoría es un despojo intelectual que no tiene ni siquiera un doctorado, ni una maestría en condiciones, se pase al lado oscuro de la sociedad para exterminar gestores patrimoniales, ¿que es un despropósito?, se lo dije al comienzo: alguien debía hacerse cargo. Un gestor patrimonial es, ante todo un funcionario en el 99% de los casos. No tengo nada contra los funcionarios, pero muchos de ellos han dejado de funcionar hace tiempo. En su comodidad han dejado de estudiar, investigan poco y nada y la voz del amo, es decir las jerarquías administrativas y/o políticas que están por encima de su exigua esfera laboral, se sobrepone a cualquier iniciativa. Claro que hay excelentes funcionarios y gestores patrimoniales, pero esos no forman parte de mi misión. Mi objetivos son esos otros. El primer caso era un conservador del museo arqueológico de mi ciudad; el sistema, una defenestración. Rápida, inocua para el mobiliario y el edificio y eficiente dada la ubicación de su despacho en el museo. El segundo era un jefe de servicio de protección del ministerio autonómico de cultura de mi región. Para este caso había reservado unas cápsulas de ricino que, servidas con celo en su segundo café de la media mañana, resultarían en una especie de gripe fatal. Hay también en la lista un arqueólogo municipal de un pueblo cercano a mi ciudad, que desconoce los principios básicos de una intervención de urgencia y lleva más daños colaterales al patrimonio arqueológico que una misión urbana de mercenarios americanos. Para este caso y dadas las circunstancias materiales, lo ideal sería la utilización de un arma contundente como una masa o un bate de beisbol. No podía faltar un colega, un arquitecto, un soberbio ejemplar profesional, nunca mejor dicho lo de soberbio, que trabaja en el sector de rehabilitación patrimonial del casco urbano de una ciudad de mi comarca. Es lo que en la jerga se denomina una desaparición selectiva, y para ello sólo un arma de fuego es lo más útil, por la limpieza del trazo, y sobre todo por la efectiva inmovilización que produce en la víctima y la consiguiente descarga emocional de ruegos y propuestas de solución alternativa. He estado pensando en mi potencial resentimiento profesional, intelectual y social, pero no he hallado síntomas que indiquen una falta de racionalidad de los actos ni un agravante moral a mi particular cruzada. Una vez que uno decide pasarse al otro lado, al territorio oscuro, sólo la soledad de los actos y la autoculpabilidad son los referentes que nos acompañarán por el pedregoso camino de una justicia, insólita, amoral y altamente reivindicativa para con un pasado que debe respetarse. Como sea.

lunes, 4 de enero de 2010

Descubre el Universo en Facebook





















La tecnología informática reciente, mal llamada nuevas tecnologías, es decir un vulgar ordenador con un monitor de dimensiones superiores a los domésticos y en algunos casos táctiles, con o sin aplicaciones realizadas ad hoc para un programa de difusión, está reemplazando a toda la teoría museográfica y las técnicas de comunicación y educación informal.

Más allá de los escasísimos casos de museos de la ciencia y/o centros de visitantes tecnologizados, pero pensados para una buena interacción, proliferan cientos, por no decir miles, de medianas y pequeñas “exposiciones” divulgativas que son un importante dislate económico, con rentabilidad cero para los ausentes objetivos de llegar a un público “general”.

Hoy a la mañana dos matrimonios con hijos de entre ocho y diez años fuimos a ver una supuesta serie de exposiciones de ciencia, realizadas por el CSIC en la ciudad de Sevilla, a meses vista del desmontaje de las oficinas de la estación Biológica de Doñana ubicada en el Pabellón del Perú de la expo Iberoamericana de 1929.

Todo un despliegue anunciado en la web http://www.csic.es/agenda.do

Nos dirigimos a los Alcázares de Sevilla, en el Patio de Banderas, ilusionados en ver una gran exposición en las salas de ese monumento histórico. Primer error, hoy una exposición puede realizarse en el salón de una casa doméstica. Marchamos entonces al otro extremo y accedimos a un patio sevillano típico desde el cual se accedía no a una, sino a tres exposiciones: Doñana, Pinturas de Jesús Lara Sotelo y, nuestro objetivo, El Universo para que lo descubras.

Sobre Doñana, en una habitación como el trastero de mi edificio había un ordenador y un texto en el muro, una mesa y dos sillas, donde se ubicaron los niños. Uno de ellos dijo “Doñana: el lince, siempre lo mismo”. Jugaron con la aplicación, se emocionaron viendo darle un biberón a un lince y cerraron el ordenador, dejando en blanco la pantalla para el próximo visitante.

Las pinturas eran interesantes y algún día descubriremos qué las vinculaba a la protección del lince y al Universo, tal vez eso, que ocupaban un sitio en el Universo…!

La tercera exposición la de mayores dimensiones consistía en un revestimiento de los muros (pladur bien pintado con aplicaciones de vinilo de corte, azul noche sobre gris 50%)
Y seis monitores Mac de unas 29 pulgadas que ya quisiera yo para mi casa. Tardamos en descubrir el universo unos minutos. Nada había que fuera un verdadero descubrimiento a
menos que no supieras el diámetro terrestre, la distancia de la luna a la tierra o una vista desde Marte de la Tierra y Júpiter con sus lunas (del diámetro menor a la de una moneda de un céntimo de euro sobre fondo negro profundo).

Pensé en el cadáver del Sr. Tilden colgado de la Giralda, me estremecí con la idea de Sam Ham en una sala de torturas de la dictadura argentina; temblé ante la imaginación de Jorge Morales guillotinado en la Plaza Nueva de Sevilla al lado de la hoguera de Savonarola…

Fuimos a comer a un marroquí y tardé varios minutos en explicarle a mis desilusionados acompañantes que un museo, una exposición, un centro de visitantes era esto y aquello y que la comunicación estratégica, y el aficionado feliz, y la mar en coche… nada de todo eso sirvió para que el tayin de pollo con limón confitado y aceitunas al menos sirviera de objetivo alterno a mi inútil discurso…

El público general quería volver a casa y mirar la tele o dormir la siesta, es más, me enteré que en el Google Earth se puede ver Marte en 3D, y yo y mis seis principios acabaron en Facebook en el muro del Taxidermista que disecó a Belén Esteban, mucho más interpretativo e interactivo que descubrir el Universo en Sevilla.

martes, 17 de noviembre de 2009

Para conocerme mejor

Misterio es su palabra clave. No es fácil saber como és, nunca se sabe con quien está tratando. Tozudez es uno de sus puntos fuertes. Es inútil intentar convencerle de que algo está mal o que no se puede realizar ya que no lo aceptaría jamás y persigue lo que desea con mucha perseverancia.

En general es una persona reservada, que no demuestra sus emociones y trata de ocultarlas. Es muy sensible aunque no lo demuestre y posee mucha energía y fuerza de voluntad. Respetable, posee una enorme fuerza, es vengativo y creativo. Sin embargo, necesita aprender a controlar el sarcasmo, ya que hace daño con las palabras a los que están a su alrededor al ser una persona vengativa, sarcástica e irónica y que puede alejar a los demás con esa actitud. Su espiritualidad es una cualidad que le caracteriza, tiene una sensibilidad maravillosa para atraer fuerzas ocultas y sabe exhibir mejor que nadie un semblante muy plácido.

Palabra clave: emocionalmente idealista. Socialmente, usted es ingenuo y un total desconocido de las verdaderas diferencias entre los seres humanos. Reaccione a los demás como si fueran parte de usted y tiende a mezclarse y fusionarse con los demás. Necesita, y lo quiere, hacer todo con todos, y es abierto y afable como un perrito. Su sentido profético e inspiración son muy afilados.

Está siempre buscando algo, de manera inquieta y muchas veces sin persistencia. Sus impresiones sensoriales son nítidas y más precisas que en casi cualquiera de los demás signos, de esta forma su juicio es perspicaz. Sin embargo usted necesita aprender a pensar antes de hablar.

A su mente no le gusta la confusión y rechaza cualquier cosa que sea irrelevante para/con relación a lo que está en causa. Sin embargo, cuando usted se concentra, lo hace sobre una única cosa, dando la impresión de tener una mente estrecha. Agitado en lo psíquico y físico, usted necesita hacer ejercicio físico. Siente la necesidad de caminar libremente y le gusta el deporte, tanto como participante como espectador. Tiende mucho a lo psíquico y a lo oculto y es más sensible de lo que su actitud libre y vigorosa puede hacer suponer. Es un profesor o un predicador nato, con talento para la religión, filosofía, poesía y música. Le gusta ayudar a los demás.

Tiene un alto grado de independencia con necesidad de libertad y tiende a ser un poco brusco. Necesita contrapesar el descuido y la negligencia con el tacto y la consideración.

viernes, 11 de septiembre de 2009

No te fuiste

Una primigenia desconfianza vegetal, anterior a mi propia existencia, sabia de padeceres acuáticos cuaternarios, hizo que las dos veces que vine a regar, ellas, exhultantes, lozanas y satisfechas rieran a mis espaldas con sus tiestos rebozantes de agua.

¿Magia, una mano anónima, siniestras goteras invisibles, conexiones subterráneas virtuales? O quizá lo peor; lo más triste y desconsolador. No te marchaste nunca a Cuba. Viviste escondido en el armario acechando la verdadera y declamada solidaridad del que dijo venir a regar, pero que tú, en el fondo, no creíste.

Las sospechas cobraron fundamento cuando, al hacer la maleta, echaste en falta el libro. La incertidumbre de verte desvalijado fue más fuerte y decidiste quedarte.

Por eso no abrí el armario. Tuve miedo de verte víctima y victimario. Preferí dejar la nota y pensar que a tu regreso sabrías perdonar. Un regreso imposible que no había tenido ni siquiera partida.

En el fondo adoro a los desconfiados, porque saben sufrir por lo que es suyo, padecer el reproche de los cumplidores y el rechazo de los mentirosos y ladrones.

Te volveré a ver cuando decidas hacer que regresas.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Aforismos (míos y de otros)

AFORISMOS SOBRE LA IMBECILIDAD
Marcelo Martín

Intentar definir la imbecilidad nos involucra

La imbecilidad es el preservativo de las ideas fecundas

El problema de la imbecilidad no es el caso aislado sino la política de frentes

Otro de los problemas de la imbecilidad es su distribución heterogénea en el territorio

La ruina de una comunidad consiste en hacer de la imbecilidad su identidad cultural

La imbecilidad esteriliza la muerte por un ideal

De las tres emociones que despierta la imbecilidad, indiferencia, odio y lástima, la tercera es la peligrosa

Es más fácil controlar a un imbécil engreído que a uno humilde

La diferencia entre un bueno y un imbécil reside en que el segundo no tiene salida

La diferencia entre un imbécil y un necio radica en la inconsciencia del primero

La diferencia entre un imbécil y quien no lo es se observa en que el imbécil siempre conduce por la izquierda

La diferencia entre un trabajador vago y otro imbécil radica en que el segundo cree que es útil

La capacidad de potenciación que tienen más de dos imbéciles carece de límites

Un imbécil nos confunde, dos nos enfadan, tres nos derrotan, cinco es impensable

Solo un imbécil tiene capacidad de ascenso

Sólo los imbéciles se hacen fuertes en sus errores

La solidaridad de los imbéciles con fe arrasa montañas

La convicción de un imbécil puede con la pasión del sabio

La capacidad del imbécil es directamente proporcional al caos que produce

La practicidad es el máximo exponente de racionalidad de un imbécil

La imbecilidad y la bondad asociadas son peores que la inteligencia y la maldad juntas

La imbecilidad se hace verdaderamente fuerte al encender el televisor

Lo paradójico de la fisiología es que el cerebro de un sabio y el de un imbécil funcionan igual

El adiestramiento de animales es la única transferencia de imbecilidad a otras especies

El concepto de seguridad que sustentan las organizaciones esconde una buena dosis de imbecilidad

La imbecilidad institucional cobra cuerpo en objetivos como la transparencia metodológica y las actuaciones modélicas

Lamentablemente existen imbéciles que hacen de la Administración Pública su segundo hogar

Si un imbécil se cruza en su proyecto: a) tenga a mano un grueso documento e invítelo a participar activamente en su discusión. b) Huya

Un hombre inteligente se repone siempre de un fracaso, pero un imbécil nunca se repone de un éxito

Universalismo, Nacionalismo, Americanismo, Europeísmo, Machismo, Feminismo. ISMO: sufijo inseparable que denota propensión a la imbecilidad. ISTA: sufijo que califica al presunto imbécil

La razón separada de la ética es tan nociva como la imbecilidad

El mundo reboza de imbéciles pero ni uno se reconoce como tal

La realidad es la utopía de los imbéciles

La solemnidad es el alter ego de la imbecilidad

El enamoramiento vuelve imbéciles a los sabios. A los imbéciles les tiene sin cuidado

La ausencia de conocimiento nos conduce inexorablemente hacia la imbecilidad (no confundir: hay imbéciles informados y sabios incultos). En colaboración con Marcelino Sánchez de Ubeda.

Si el enfrentamiento con la imbecilidad es una forma de xenofobia, el que suscribe merece la horca

No te apresures por llegar, siempre te antecederá un imbécil

La vida del imbécil tiene siempre un final feliz, la muerte

La imbecilidad no se toma ni un minuto de vacaciones –es más, en vacaciones hace horas extras-.

Si reconoces la imbecilidad, pasas a un nivel más refinado de ella.

Desde un punto de vista teológico y filosófico: la imbecilidad es justamente la quintaesencia de lo humano, anterior inclusive a la risa.

La imbecilidad reside en el error, la personalidad en la transgresión

La imbecilidad es inherente al ser humano. Apenas puedo con la mía, me retiro

Uno no puede abandonar aquello que no conoce de si mismo, por ejemplo la imbecilidad

La risa es buena porque nos relaja de nuestra inteligencia

Un optimista es un imbécil que cree tener cura

Censar imbéciles en una imbecilidad

El sueño de la televisión es elevar a la gente corriente al nivel de imbecilidad de las estrellas de la tele. Gran Hermano ha sido un paso decisivo (gracias Flaubert)


AFORISMOS DE OTROS

Carlo M. Cipolla
Las cinco leyes de la imbecilidad

I. Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos imbéciles que circulan por el mundo
II. La probabilidad de que una persona determinada sea imbécil es independiente de cualquiera otra características de la misma
III. Ley de Oro
Una persona imbécil es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener al mismo tiempo un provecho para si, e incluso obteniendo un perjuicio
IV. Las personas no imbéciles subestiman siempre el potencial nocivo de las personas imbéciles. Los no imbéciles, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar y el cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos imbéciles se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error
V. La persona imbécil es el tipo de persona más peligrosa que existe. El imbécil es más peligroso que el malvado

La Orden de los Imbéciles se divide en tres especies: genios normales y tontos. Los tontos en dos familias: inocuos y perjudiciales. Los perjudiciales en dos grupos: charlatanes y grafómanos

Los imbéciles son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento imbécil

El imbécil no sabe que es imbécil

Robert Musil
Ocasionalmente, todos nosotros somos imbéciles. Y debemos actuar ocasionalmente como ciegos o semiciegos; si no fuera así, el mundo se cerraría; y si alguien pretendiese deducir de los peligros de la imbecilidad la regla "Abstente de juzgar y de decidir en todo lo que no comprendas completamente", permaneceríamos inertes

¿Qué noción, o noción parcial, se puede tener de la imbecilidad cuando la noción de razón y de inteligencia está en decadencia?

Mario Benedetti
El día en que se pierde la inocencia y se empieza a convencer de su ingenio, ese es el instante crítico en que todos nos volvemos imbéciles

Ortega y Gasset
Un hombre humilde que al intentar valorarse advierte que no posee ninguna cualidad excelente se sentirá mediocre, vulgar, mal dotado: pero no se sentirá imbécil

Respecto de la imbecilidad nadie está libre de delito

El enamoramiento es un caso de imbecilidad transitoria

Erasmo
Ningún hombre soportaría a otro hombre si no se engañaran mutuamente, se adularan unos a otros y usaran de complacencia, frotándose mutuamente con la miel de la imbecilidad (Stultitia)

Leonardo Sciascia
Si existe una señal de reconocimiento del imbécil, sin duda alguna es su incapacidad para ver el lado humorístico de una situación

Un imbécil es un imbécil, dos imbéciles son dos imbéciles, diez mil imbéciles son una fuerza histórica

El imbécil es complicado, mucho más que el inteligente

La adulación es otra característica del imbécil

En el tirano se acumula toda la imbecilidad de sus partidarios

Nadie merece ser alabado por su bondad si no tiene la fuerza de ser malo, cualquier otro tipo de bondad no es, la mayorías de las veces, más que imbecilidad

La muerte confiere solemnidad aún a los imbéciles

John Kenneth Galbraith
Cuando se selecciona a la gente no por su capacidad o inteligencia sino por (la cantidad de acres que poseen o lo que usted quiera), hay grandes probabilidades de concentrar a un alto número de imbéciles

Flaubert
La religión tiene cierto parentesco con la imbecilidad. Los niños, ancianos, mujeres y personas simples son los que más gozan con las ceremonias sagradas. Los primeros pilares de la religión, amigos de la simplicidad fueron acérrimos enemigos de las ciencias

Respeto mucho la imbecilidad humana. Es lo único que me da una idea de la eternidad

El sueño de la democracia consiste en elevar al proletariado al nivel de estupidez del burgués. El sueño se ha cumplido, al menos en parte.

La imbecilidad es una roca inexpugnable: todo el que choca contra ella se despedaza.

Alexander Feldman
Imbécil es aquel que, poseyendo órganos sanos y poder de raciocinio normal, no saber disponer de él correctamente


Oscar Wilde
La imbecilidad es el único pecado verdadero

La imbecilidad más peligrosa es una inteligencia aguda

Paul Tabori
Imbécil es aquel donde se asienta la omisión, la perezosa y a menudo voluntaria negativa a utilizar lo que la naturaleza nos ha dado o la tendencia a utilizarlo erróneamente

Vladimir Nabokov
Sobre la imbecilidad: hombres que se emborrachan de cerveza en cenagosos bares, sustituido satisfactoriamente el proceso de las ideas por una música de radio de tonos porcinos.
El respeto que suscita un magnate de los negocios en su pueblo natal
Críticos literarios encomiando los libros de sus amigos o partidarios
Hermandades, órdenes místicas
Gente a la que divierten los animales amaestrados
Miembros de club de lectores
Todos los que existen porque no piensan, refutando así el cartesianismo
El próspero campesino. El político floreciente
Los parientes de ella -su horrible familia carente de humor-

M.E. Cioran
Hay algunos hombres tan imbéciles que si una sola idea aflorara a la superficie del cerebro, ésta se suicidaría aterrada de su soledad.

Proverbio Chino
Cuando el sabio señala la luna, el imbécil mira el dedo.

Murphy
No discutas con un imbécil, la gente podría no notar la diferencia

La necesidad de vislumbrar una salida en esta vida, ha sido el punto de partida de famosos y celebrados suicidios

Anónimo
La madre de los estúpidos siempre está preñada
La imbecilidad recibe millones de aplausos. De sus coautores
La diferencia entre un genio y un estúpido está en que un genio tiene sus limitaciones
Es imposible organizar una cruzada contra la imbecilidad. Sería imbécil
La imbecilidad posee la misma inocencia y la misma ferocidad que el animal
Joven es quien todavía no sabe que ha sido un imbécil
No hay ningún imbécil que no encuentre su compañero

Eros Driusani
Los malos a veces descansan, los imbéciles nunca

William Hazlitt
La fuerza intelectual no es como la fuerza física. No tiene la menor influencia sobre el intelecto de los otros, si éstos no entran en simpatía contigo. En efecto, saber mucho más sobre un tema no te confiere superioridad, esto es poder sobre los otros, sino que heca que te resulte todavía más imposible causarles la menor impresión. ¿Es ésta una ventaja para ti entonces? Quizá en lo que atañe a tu satisfacción personal, pero crea un abismo aún mayor entre la sociedad y tú

Alexander Pope
Temen los ángeles poner el pie donde los imbéciles se precipitan

Friederich Schiller
Hasta los dioses se rinden ante la imbecilidad

Charles Baudelaire
La imbecilidad es con frecuencia ornato de la belleza; ella es la que da a las miradas la opaca limpidez de los estanques negruzcos y la calma oleosa de los mares tropicales. La imbecilidad es siempre una conservación de la belleza: retrasa las arrugas

Roland Barthes
Si fuese posible un análisis científico de la imbecilidad, toda la televisión se desmoronaría
El modo de ser de la estupidez es el triunfo. Frente a eso somos impotentes. Sólo cabe interiorizarla, elaborarla en nuestro interior en dosis homeopáticas; en cualquier caso, no demasiado

Paul Gauguin
No sabemos realmente qué es la imbecilidad hasta que no la hemos experimentado en nosotros mismos

Oliverio Ponte di Pino
Toda reflexión sobre la imbecilidad humana no es en el fondo, sino una autobiografía
La imbecilidad no conoce antídotos
La imbecilidad es:
a. Indefinible; b. Refractaria a todo análisis científico; c. Irreductible a categorías filosóficas
No hay imbécil más molesto que el que no sabe que lo es, ni tonto más desvastador que el que ignora que lo es y además se cree sabio e inteligente

Ennio Flaiano
La imbecilidad de los otros me fascina, pero prefiero la mía

He hecho algunos estudios sobre la imbecilidad humana pero no he conseguido más que probar mi propia imbecilidad. Y, sin embargo, la que más me molesta es la ajena

Un literato reprochaba al editor de un semanario con una gran tirada la pobreza de ideas de su revista, y hasta la empecinada y extrema imbecilidad que suministraba a sus lectores. “Ya lo sé”, contestó el editor, “pero si usted es capaz de hacerlo aún más imbécil, le nombro director ahora mismo. Llevamos años tratando en vano de empeorarlo.

Bertrand Russell
La vida dicen, se ha desarrollado gradualmente del protozoo al filósofo, y este desarrollo, aseguran, es sin duda el progreso. Por desgracia todo esto nos lo asegura el filósofo , no el protozoo

Alberto Salza
Un investigador que se da cuenta de que trabaja en una institución imbécil y perniciosa para la humanidad y no se rebela por lo menos yéndose a otra parte adopta un comportamiento en esencia estúpido; mientras que, si se marcha, es un estúpido para la mayoría de los demás.

Stith Thompson
El imbécil se toma las cosas tan al pie de la letra que se atiene a las instrucciones incluso cuando no debería hacerlo

Plinio
Ningún mortal es sabio a todas horas

Séneca
De cuando en cuando es agradable ser imbécil

Altan
- Es usted un imbécil!
- Maldición! Se ha filtrado la noticia

- Papá me siento imbécil
- No te enfurruñes, se te pasará: de mayor te sentirás gilipollas

- Papá el mundo me parece imbécil, peligros y repugnante
- Disfruta con tus ilusiones mientras seas un crío, porque después cambiarás


Gracián
Cualquier imbécil puede decir la verdad. Pero para mentir se necesita inteligencia

Son imbéciles todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen

Totó
No puedes volverte imbécil porque ya lo eres
Es usted un imbécil, infórmese
Es usted un imbécil, mírese al espejo, convénzase
A veces hasta un imbécil tiene una idea
Señor se nace, imbécil se muere

Montaigne
Nadie está excento de decir imbecilidades: El mal está en decirlas con pompa

Stephen Vizinczey
Por extraño que pueda parecer, ninguna dosis de instrucción puede curar la imbecilidad, y una instrucción formal la fortalece

Jacques Lafitte
Un imbécil rico es un rico; un imbécil pobre es un imbécil

Warren Buffett
Deberías invertir en una empresa que pueda ser dirigida por un imbécil, porque tarde o temprano un imbécil la dirigirá

Eisntein
Sólo dos cosas son infinitas: el universoa y la imbecilidad humana, y en cuanto al primero no estoy muy seguro

Nietzsche
Uno de los medios más sutiles de engañar, al menos durante el mayor tiempo posible, y de fingirse, con éxito, más estúpido de lo que uno es –cosa que en la vida ordinaria es a menudo tan deseable como un paraguas- se llama entusiasmo.

Karl Kraus
No tener una idea y poder expresarla; eso hace al imbécil
El secreto del agitador es volverse tan imbécil como sus oyentes, de forma que éstos se crean tan inteligentes como él
El deporte es un hijo del progreso y ya está contribuyendo pos su cuenta a imbecilizar a la familia
La ortodoxia de la razón imbeciliza a la humanidad más que cualquier religión

Guide
Cuanto menos inteligente es el blanco más imbécil le parece el negro
¿Qué es mejor, ser imbécil o calvo? Calvo, se nota menos

Stanislaw Lec
No provoquéis a un imbécil para que escriba una obra maestra. ¿Y si lo hiciera?

Franklin
Todos nacimos ignaorantes, más hemos de trabajar duro para seguir siendo imbéciles

Raffaele La Capria
Hay gente que nace estúpida. Otros para serlo, tienen que ir a la universidad

Wittgenstein
Si los hombres no cometieran a veces tantas imbecilidades, no ocurriría absolutamente nada inteligente

Herbert Achternbusch
Si son ya tamimbéciles aquellos a quienes les gustan mis libros; figúrate cuánto deben serlo aquellos a quienes no les gustan (reemplazar libro por tu actividad u obra preferida)

Sigmund Freud
Existen 2 maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el imbécil y la otra, serlo.


Bill Watterson
A veces pienso que la prueba más fehaciente de que existe vida inteligente en el universo
es que nadie ha intentado contactar con nosotros.

Mark Twain
Es mejor tener la boca cerrada y parecer imbécil, que abrirla y disipar la duda.

Orson Welles
Muchas personas son lo bastante educadas como para no hablar con la boca llena, pero no les preocupa hacerlo con la cabeza vacía



FINAL
Siempre queda la posibilidad de destilar amargos provervios, máximas atormentadas y aforismos paradójicos, en vista de que la meditación sobre la imbecilidad prefiere, desde antiguo, la forma breve.
¿Cuál es la relación entre la percepción de la imbecilidad ajena y la conciencia de la propia? (gracias a Ponte di Pino)

miércoles, 5 de agosto de 2009

La obra reciente de Zumpano

Transiciones

Para los que disfrutamos en casa la obra de Zumpano anterior a esta indeclarada nueva etapa, para esos antiguos enamorados de territorios/islas plagados de anécdotas y narrativas a veces infructuosas, ver esta renovada tanda de color nos mueve a la alegría, no sin un dejo de nostalgia.

El planeta visto desde estas latitudes primermundistas parece haber perdido peso, y ganado en levedad al decir de  Italo Calvino en una de sus seis propuestas para el próximo milenio. Zumpano se promete mucho más contemporáneo, porque no me atrevo a decir posmoderno ya que para muchos posee un sentido de hedonismo o directamente superficialidad… digamos entonces rabiosamente actual.

Leve, sensual, sintético, inmediato, visualista, fragmentario, Zumpano parece haberse comprado unas gafas de ver demasiado cerca su producción anterior, y donde algunos vemos pérdida otros ven énfasis, donde algunos añoran narrativa otros disfrutan del flash, donde había barroquismo ahora se ve una luz más clara y, por tanto una sólida definición del trazo, del límite, del borde y también del fondo.

Porque es en el fondo donde más moderno se hace la obra de Zumpano, plano, totalizador, soporte monocromo de la complejidad menguada. Se hicieron casi historia aquellos subpaisajes interiores que afloraban “desde el fondo de la tierra” como un recuerdo vago de otro continente.

Zumpano se hace también global, en tanto actual, y se suma a una nueva latinoamericaneidad menos sufridora, menos llorosa y vindicativa. Aflora aún más ese sentido de levedad que Calvino define en su obra como una  “operación que ha consistido, las más de las veces, en sustraer peso; tratado de quitar peso a las figuras humanas, a los cuerpos celestes, a las ciudades; tratado sobre todo de quitar peso a la estructura del relato y del lenguaje”.

Ese relato es al que le asignamos mucho peso específico en su obra anterior y que no renunciamos a perder, tal vez cambiar, como razonable interrupción en una búsqueda, ante la improbabilidad del estancamiento.

Hay, finalmente, una obra que marca un decurso que rompe con casi todo el universo pictórico del actual Zumpano, La Familia Numerosa, la renovación casi total, la quinta marcha que probablemente inaugura otros territorios por explorar, pero con la contundencia del trabajo pasado. Por ahí también queremos verlo irse, de madre, en una rabiosa individualidad, desatada de todos los lazos.